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jueves, 5 de mayo de 2011

Y me quedaría corta dándole las gracias.

El timbre para entrar a clase sonó, pero decidimos quedarnos rato más, allí sentados. Nos miramos fijamente, nos picamos para ver quien aguantaba más la mirada, perdí, pero porque no aguantaba más, tenía que besarle, un beso tierno . El me siguió y en ese preciso momento no existía nadie más, eramos nosotros solos, parecía que el tiempo se hubiera detenido, pues se me había echo eterno y no habían pasado ni cinco minutos cuando empezó a llover, al principio no mucho, pero poco a poco la lluvia encontró a la fuerza y las dos unidas nos empaparon de arriba abajo, pero no nos importaba o por lo menos a mi. En ese momento era feliz, sonreía, cerraba los ojos  y levantando la cabeza mientras la lluvia rozaba mi piel. Me cogió de la cintura y intento hacer un amago de lo que parecía un baile, nos reímos, y luego me cogió en sus brazos y me llevo al primer lugar apartado de la lluvia.
-Cierra los ojos. -me dijo el.
Yo lo hice. Escuche como se alejaba, por un momento me sentí vacía pero no fue más de medio segundo, porque sabía que volvería y eso me bastaba. Esperé, y no se me ocurrió abrir los ojos para nada, por mucho tiempo más que pasase no tardaría. En ese momento lo escuche llegar y aunque no lo viera sabía que era el.
-Ya estoy aquí, siento haber tardado tanto.
-No te preocupes, ¿Puedo abrir ya los ojos?.
-Si, hábrelos.
Hasta ese momento pensé que no le podría querer más, que era imposible, pero el siempre me sorprende y me hace sentir bien. En su mano derecha traía lo que a partir de ahora se convertiría en mi postre favorito; fresas con nata y chocolate. Y en la izquierda, que en un principio se escondía detrás de su espalda  un ramo de flores quizás no las más bonitas del mundo, pero dicen que la intención es lo que cuenta.
Me levanté corriendo y le besé esta vez con mucha más fuerza. Cogí la nata y le manche la cara de ella, el cogió el chocolate y me hizo exactamente lo mismo. Mire el reloj, fallo. Ya había pasado media hora desde que el timbre había sonado, había que volver a clase y antes de hacerlo le di tres besos y un abrazo, la verdad se merecía eso y más.

Y me creí princesa al lado de mi príncipe verde.

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